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Wolf Pack 狼

Writer's picture: Esteban Darquea CabezasEsteban Darquea Cabezas

Invierno


Caminaba lento y se pausaba de vez en cuando para ver al resto de la manada mientras tomaban el agua helada del estero que bajaba de la montaña. El sol le pegaba directo en la cara y no había una sola nube en el cielo. Era invierno aún, en un par de meses se acercaba la sequía, el lo sabía y se preocupaba por el futuro de su manada. Cada año el verano era más difícil de sobrevivir...


Luca era el lobo alfa de la manada. Pero no siempre fue así. En sus primeros años de vida su madre lo había dado por muerto, luego de una severa lesión de espalda y cadera que no le permitía caminar normalmente. Tenía 5 hermanos y 3 hermanas que cuidaban del pequeño Luca y así mismo todos los miembros de la manada hacían lo posible por mantenerlo con vida. La manada era grande en comparación con otras que habitaban la misma región de la tundra ártica. Veinte individuos la formaban, liderados por la pareja alfa. En una de sus jornadas en búsqueda de nuevas fuentes de agua y alimento, la manada dejó atrás al pequeño Luca. La ley de la naturaleza tiende a ser cruel. Instintivamente el sabía que no podía retrasar a su familia y a pesar de sus esfuerzos para mantener el paso, sencillamente sus patas no lo ayudaban. Cada movimiento que hacía, causaba que su cadera se disloque y eso no le permitía mantener un paso continuo. Se quedó ahí tirado, a la espera de una muerte segura en medio de ese crudo frío invernal. Los lobos son animales maravillosos, cuando uno de los suyos resulta herido o esta muy viejo, la manada lo cuida hasta el final. Es el propio individuo el que toma la decisión de exiliarse para evitar perjudicar al resto y regresar una vez recuperado completamente. En este caso, Luca decidió sacrificarse por el resto. La fuerza de la manada es el lobo. La fuerza del lobo es la manada.


Despertó confundido y sediento, en una cueva que no le resultaba conocida, junto a tres cachorros desconocidos. Lana era la hembra alfa de otra manada vecina. Ella lo había visto a lo lejos, en uno de sus peregrinajes en búsqueda de alimento. Con la ayuda de otra loba joven, lograron llevar al moribundo lobezno hasta allí. El grupo de machos había salido a cazar los últimos alces que pasaban por ese territorio durante la migración de temporada. No era muy habitual que una manada adopte un lobo solitario, y peor si era macho. Por lo general los machos ajenos causan una implosión dentro de la manada, desafiando al macho alfa cuando llegan a la edad adulta. Aun así, consciente de las consecuencias de sus actos, Lana recogió al cachorro moribundo y lo llevó a la cueva. A pesar de su sigilo, la noticia de la llegada del lobezno de la espalda rota llego a oídos de Horos, el macho alfa. Enseguida la mandó a llamar con uno de los lobos omega. En una tensa escena, Horos amenazó a Lana con exiliarla y a sus tres cachorros si es que no se encargaba de eliminar a la nueva carga que había traído, un individuo enfermo y débil solo iba a traer inconvenientes para la manada. Lana era pequeña al lado de Horos, ella sabía que físicamente no podría contra el en un confrontamiento. Pero la astucia e inteligencia de esa loba eran lo que mantenía unida a la manada, después de todo, ella se había ganado su posición como hembra alfa, nadie se lo había regalado. Exiliarla de la manada sería el fin de la misma. Ambos lo sabían. Horos, resignado, acepto tácitamente la incorporación de Luca a la manada.


Lana se encargó de cuidar a Luca durante ese invierno y la mitad de la primavera, hasta que el lobezno empezó a valerse por si mismo. Poco a poco empezó a jugar con el resto de lobos jóvenes. Practicaban estrategias de caza y luchaban entre ellos. Luca generalmente se convertía en la presa de los otros, quienes eran mas ágiles y fuertes. Sin embargo, había un brillo interno en el lobezno de la espalda rota, un sentido de supervivencia y un carácter especial que lo diferenciaba del resto de cachorros. - Los ojos nunca mienten - saben decir, y Luca tenía una mirada distinta.


Poco a poco se fue ganando la confianza de Horos. Luca se había convertido en un adulto joven, fuerte y sano. En algunos años más podría convertirse en líder de la manada, si es que seguía puliendo sus dotes de liderazgo y su manera de relacionarse con el resto de lobos. Lejos estaba ese tiempo en el que no podía ni siquiera arrastrarse para alcanzar los trozos de comida que Lana llevaba a la cueva. Horos empezó a llevar a Luca a las cacerías.


La caza, para los lobos, es un ritual especial y peligroso. Una patada de un alce de trescientos kilogramos es mortal para un lobo adulto, los movimientos deben ser precisos y el margen de error es minúsculo. Los lobos viejos pasan conocimiento a las nuevas generaciones, estrategias y técnicas de caza se comparten y cambian en función de variables como el clima, el terreno y el comportamiento de las presas. Es un arte y como tal, se necesita práctica y disciplina. En sus primeros años, los lobos jóvenes solo observan y aprenden lo que hacen sus mayores. Las hembras, más ágiles y rápidas, se encargan de movilizar a las presas, mientras los machos, se encargan de derribarlos de forma más agresiva. El ritual de caza de una manada de lobos es un trabajo grupal admirable, digno de ser imitado por otras especies.





Verano


El mayor enemigo del lobo es el hombre. La época de caza se convirtió en una severa amenaza para las poblaciones de lobos en esa zona. Las licencias para asesinar a esos maravillosos animales se expedían de manera irresponsable a cualquier individuo inescrupuloso cuyo sadismo se revelaba en esa fascinación por disparar en contra de animales indefensos. Peligroso y psicótico espécimen el ser humano.


Era alrededor de la medianoche cuando el ruido ensordecedor obligó a la manada a salir corriendo despavoridos en todas las direcciones. Uno tras otro fueron cayendo muertos los miembros de la manada. Luca los veía, aterrado. No fue hasta que Lana le mordió la pierna trasera para despertarlo del shock que empezaron a correr hacia el río con esperanza de llegar a la parte mas estrecha donde cruzaban para ir hacia el bosque. El río había crecido por las lluvias, ahí se esfumó la única forma de escapar de los cazadores.


La lealtad es uno de los atributos que más resaltan dentro de una manada de lobos. Los biólogos se sorprenden con los lazos que se forman entre miembros de la manada y su relación ha sido estudiada por cientos de científicos. Tal es esa lealtad que Lana no dudó un segundo en atravesarse entre el cazador y su pequeño lobezno de la espalda rota. El estruendo de la escopeta dejó a Luca aturdido, logró saltar en dirección del cazador, hundiéndole los caninos en la vena yugular. No lo soltó hasta escuchar su último respiro. Al darse vuelta miró a Lana acostada con los ojos sin vida.



Luego de esa terrorífica noche donde murieron doce lobos, entre machos, hembras y cachorros, Luca guio a los sobrevivientes hacia los picos de las montañas, pasando el bosque, atrás de la gran laguna de azufre donde no podían llegar los humanos, por lo menos durante algunos meses.


Pasaron meses y luego años, la pérdida irreparable de Lana sumergió a Horos en un profundo desamparo que lo obligó a exiliarse y renunciar a su rango de alfa. De vez en cuando se lo veía a lo lejos, como si quisiera volver, pero nunca lo hizo. El lobezno de la espalda rota asumió el liderazgo de una manada rota y poco a poco, con paciencia y mucho talento en el manejo de las relaciones con el resto de individuos, logró traer estabilidad a la manada.


Luca pudo hacer lo que ningún otro lobo en esa región había hecho. Logró formar una manada de treinta y siete individuos, adoptando miembros de otras manadas. Pudo disolver diferencias y egos entre los líderes y formar un frente en común. La temporada de caza había acabado con el ochenta porciento de la población de lobos desde su promulgación hace varias décadas. Noches de terror como aquella se habían repetido con varias manadas de lobos con el pasar de las temporadas. Manadas de treinta y cuarenta lobos quedaban con cinco o seis individuos. Todo eso cambió con la subida al poder de Luca, el misericordioso, como lo nombraron. Perdonó la vida de varios alfa de manadas rivales y les permitió quedarse como lobos de rangos inferiores en la nueva manada recién formada, Luca entendía bien la premisa: La fuerza de la manada es el lobo. La fuerza del lobo es la manada.


El liderazgo no tiene que ver con la fuerza o el poder, sino con la solidaridad y la empatía con los individuos que están bajo el paraguas. La fuerza bruta y la violencia generan rechazo en lugar de atracción. Luca había sentido el calor de la manada desde pequeño, a pesar de que no logró seguir el paso de su primera familia, su sacrificio por ella lo transformó. El destino quiso que sobreviva, quizás por que a la final lo que este mundo más necesita es compasión y empatía. Arrogancia y soberbia ya tenemos de sobra.


ED

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