Lecciones desde las profundidades de la selva (y del alma)
El deporte tiene esa cualidad especial de revelar el carácter de las personas. Es complejo determinar exactamente qué es lo que tienen los competidores natos que los hace regresar una y otra vez a sentir esa vulnerabilidad que significa la competencia en sí misma. Cientos de psicólogos deportivos y neurocientíficos dedican miles de horas para encontrar un patrón común dentro de los campeones. Personalmente he tenido la oportunidad de entrenar con múltiples campeones en diferentes disciplinas y he podido encontrar un rasgo en común en todos ellos: el corazón de dragón.
Tuve la suerte de observar el mejor combate de mi vida - en vivo - hace algunos días y puedo decir que he visto cientos, quizás miles de peleas en estos años. Un joven peleador de origen Shuar, directo desde la selva ecuatoriana, vino a dejarnos una enseñanza de valentía, garra, y corazón. Alex "El Dragón" Yuma, puso de pie y sacó aplausos y algunas lágrimas de emoción a todos los espectadores esa noche. Era la pelea coestelar del evento EMMA 19, realizado en la ciudad de Cuenca. Al grito de - Yuma! Yuma! Yuma! - se terminaba el cuarto round de la noche, con una ventaja notoria para el peleador oriental. La lona estaba completamente roja de la cantidad de sangre derramada esa noche - Algunos critican este deporte por que algunas veces se vuelve una carnicería, pero yo lo admiro, pues también he estado ahí dentro y puedo dar fe que por unos breves minutos, te sientes realmente vivo.- Al salir al quinto round, completamente exhausto, inhaló un gran bocado de aire antes de entrar a dar guerra esos últimos cinco minutos.
Esa noche yo estaba ahí como entrenador de otro amigo, alumno y cinta marrón de jiu jitsu, Gustavo Larriva, quien había salido victorioso en su pelea más temprano esa misma noche. Dando una cátedra de control a ras de piso, ganó una batalla durísima contra un peleador muy duro y más joven. De la misma manera estuve en la esquina de Alex Yuma en compañía de su entrenador principal, Miguel Ángel Fierro. Miguel Ángel es el monitor de la escuela de COHAB Yantzaza desde hace varios años. Peleador profesional, empresario y profesor, una persona muy querida en la comunidad de las artes marciales en Ecuador por su espíritu guerrero y por su calidad como ser humano. Tenemos mucha suerte de tenerlo en el equipo. Entonces, empezó el quinto round. Yuma consiguió su décimo derribo de la pelea y puso a su contrincante contra la lona terminando en la posición de media guardia. Esa posición es sumamente efectiva desde abajo o desde arriba, dependiendo de algunas variables en el posicionamiento de brazos y piernas y obviamente de la habilidad del practicante. En este caso, Yuma supo aprovechar su posición para castigar al oponente y obligar al referee a parar la pelea, obteniendo la victoria por nocaut técnico. Victoria para Yuma, primer campeón de la cultura Shuar.
Seguro se acuerdan de esa voz dentro de su cabeza que ladra frases como - ¡no eres lo suficientemente bueno! - o - ¡eso no te va a funcionar, no lo hagas! Esa molestosa voz en realidad viene desde la corteza prefrontal dorsolateral. Esa área del cerebro se encarga de la planificación motora y la organización, es la que te hace dudar y tener segundas opiniones. Esa área es sumamente importante, sin embargo, en situaciones extremas como el caso de una pelea, estudios demuestran que esa área permanece desactivada. Es que no podría ser de otra manera. Pelear es quizás la actividad mas primitiva que podemos hacer y lo último que necesitamos en esos momentos son dudas e incertidumbres. Debemos ser conscientes que la vida de hoy, como la conocemos, es muy diferente a lo que fue para nuestros antepasados. La comodidad y la pseudo seguridad en la que vivimos cuelgan de un hilo muy fino, que se puede arrancar en cualquier momento. Por ese motivo, algunos de nosotros buscamos experiencias que lleven a nuestro cerebro a experimentar esas sensaciones que han sido privadas por la vida moderna. Mientras unos se lanzan al vacío desde un avión, otros nos metemos a una jaula a pelear.
Y así fue como me encontré frente a frente con un corazón de dragón. Esa noche, Alex Yuma me enseñó que de eso se trata la vida, de que algunas veces las cosas no salen como queremos y las condiciones no son las ideales, cualquiera sean los motivos. Aquella pelea de Alex Yuma se desarrolló en esas condiciones adversas. Aceptó la pelea con unas pocas horas de anticipación y viajó seis horas desde Yantzaza hasta Cuenca. Sin descanso, llegó, se puso las vendas en las manos y luego los guantes. Hizo un par de ejercicios de calentamiento rutinarios con su profesor Miguel Ángel y se colocó su traje típico de la cultura Shuar para representar sus raíces de camino hacia la jaula. Sin excusas salió al escenario e hizo lo que mejor sabe hacer, pelear con el corazón. El Dragón Yuma me enseñó - una vez más - que lo mejor de cada uno de nosotros, viene desde adentro mismo.
ED
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