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Receta vegetariana 

Autor: Chicho Vásquez


Durante una tranquila mañana de domingo, el primer comercial en las redes sociales anunciaba el uso de un guante con fibras de metal para evitar cortes en los dedos al momento de cocinar. Lo pasé rápidamente y pensé: ¿Quién sería tan ensoñado para cortarse un dedo mientras cocina? 


A las tres de la tarde me encontraba preparando el almuerzo, una receta vegetariana que yo mismo inventé. Contiene: huevos, vegetales y semillas.


Al momento de mutilar los vegetales, solo podía pensar en aquel guante de fibras de metal que vi anunciado en las redes sociales esa misma mañana, al mismo tiempo que despreciaba a la gente que compra cosas inútiles por internet.


Era el turno de cortar la zanahoria y, de repente, recordé los dedos de una amiga. Unos amorfos y delgados dedos, con un doblez hacia abajo en la punta. Me llamó la atención lo mucho que se parecen las zanahorias a esos dedos. Capturé el momento en una fotografía y continué con la operación: receta vegetariana.



Mientras cortaba, la recordaba a ella, en especial por sus manos llenas de heridas, los dedos largos y las uñas con el gel trasparente mal sacado. De un momento al otro, confundí los extremos de la zanahoria con mis propios dedos.


¡Había rebanado un trozo de mi propio pulgar!  


El plato vegetariano se convirtió en una carnicería, un caos. Lo venía haciendo durante mucho tiempo sin cometer ningún error. Los vegetales, las semillas, y los huevos se mezclaron con una fracción del pulgar y con la sangre que salía a mares, parecía la escena de un crimen, un homicidio por encargo, conspirado en venganza de mi supuesta amiga y de todas esas personas que compran cosas inútiles por Internet. 


Me encontraba en shock, con la vista fija en el trozo de mi pulgar que yacía en el plato, mezclado con los vegetales y la sangre. La habitación comenzó a dar vueltas a mi alrededor y me sentí mareado. Me apoyé en la encimera para no caerme.


Recordé nuevamente el anuncio del guante con fibras de metal que había visto en las redes sociales esa mañana. Me reí nerviosamente, pensando en la ironía de la situación. ¿Quién hubiera pensado que yo sería el que se cortaría un dedo mientras cocina?


Me sacudí el shock y me apresuré a buscar un paquete de gasas y un vendaje para detener la hemorragia. Mientras me vendaba el pulgar, no podía dejar de pensar en mi amiga y en sus manos llenas de heridas. Me pregunté si ella había pasado por algo similar.


Una vez vendado el pulgar, me senté en la silla y me quedé mirando el plato con la carnicería. Me sentí un poco estúpido por haberme cortado el dedo, pero también me sentí agradecido de que no fue peor.


Después de sobre pensar toda la noche, logré comprender que la persona de los dedos extraños  y yo, no tenemos muchas cosas en común. No tenemos los mismos ideales, ella defiende al capitalismo y yo soy un hombre anarquista. Pero de lo que si estoy seguro, es que nuestras desfiguradas manos fueron diseñadas para cambiar al mundo.


@chichoke



 


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