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Al filo

Márgenes. Todo en esta vida funciona entre márgenes. Cuando somos pequeños, nos enseñan a escribir en cuadernos que tienen líneas que delimitan el espacio que tenemos. Nos enseñan a pintar figuras delimitadas por líneas y nos premian cuando nos mantenemos dentro de los márgenes. Pero nos condenan cuando pintamos fuera.


Desde pequeños se nos entrena para funcionar dentro de los márgenes. Esto, de cierta manera, es importante para mantener cierto orden en la sociedad en la que vivimos. Las leyes tienen márgenes, la propiedad privada los tiene, el respeto y la tolerancia también. Todo tiene márgenes. Por más rebelde que una persona presuma ser y quiera mantenerse fuera de los márgenes, lo único a lo que puede aspirar es a salir de unos para indudablemente crear otros y establecerse entre ellos. 


Así funciona la vida.

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Los deportistas de élite, por ejemplo, transitan entre los finos márgenes que se trazan en cuanto a las cantidades permitidas de sustancias que aumentan el rendimiento. Aquellos que son castigados — los que fallan las pruebas — lo hacen por unos pocos miligramos. En un caso reciente que involucra a un tenista italiano, se culpó al fisioterapeuta de usar una crema que supuestamente tenía entre sus ingredientes la sustancia en cuestión. Esto causó que la prueba del atleta diera positivo. El veredicto: un golpecito en la mano, tres meses de suspensión y de vuelta al ruedo. Una prueba de que los márgenes son diferentes para todos. Y así es como todos esos seres humanos privilegiados, de élite, que llevan sus cuerpos al límite, caminan al filo de los márgenes. Mi opinión personal es que, a ese nivel, absolutamente todos usan sustancias que les permiten obtener ese rendimiento. Si no los usan, definitivamente el cuerpo no lograría soportar los entrenamientos. Aquí entra el trabajo extraordinario que realizan los equipos médicos y científicos del deporte.


Por otro lado, en la vida misma, el margen entre el bien y el mal es difuso. Se me viene a la mente el caso de un padre que le disparó al entrenador de su hijo en la cabeza, matándolo al instante. Lo hizo luego de enterarse de que éste había abusado sexualmente del pequeño. El padre lo esperó en el aeropuerto, con gafas oscuras y fingiendo usar un teléfono público. Cuando el entrenador pasó frente a él con sus escoltas policiales, se dio vuelta y lo mató a sangre fría. Un balazo entre ceja y ceja. ¿Bien hecho? ¿Mal hecho? Un fino margen que da para discusiones largas y profundas. 


En el jiu jitsu, caminamos todos los días al filo del margen. Constantemente batallamos entre perder un brazo o ser estrangulados hasta la inconsciencia. Aprendemos a vivir en situaciones extremas que, en circunstancias normales, no se viven en la rutina diaria de un ser humano común. Hemos creado un espacio para poder extender esos márgenes lo máximo posible. La ventaja es que, cuando llega ese límite, tenemos la oportunidad de dar tres toques al oponente, en señal de sumisión. Sin ego, sin miedo, sin vergüenza. Solo ponernos de pie, amarrarnos la cinta e intentar otra vez. Las veces que sean necesarias. 


Y eso, después de todo, queridos amigos, es la vida. 


ED


 
 
 

1 Comment


Guest
May 30

👏

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