El agua rompe la piedra por su persistencia, no por su fuerza. Este ejemplo ayuda a reforzar la importancia de ser constante y disciplinado para lograr objetivos, en el jiu jitsu pero también en otros aspectos de la vida. No importa quien es bueno, solo importa quien queda. En todo arte y profesión aplican estas palabras. Cualquier hábito que te haga mejorar como persona, es importante mantenerlo para el resto de la vida, ¿verdad?
En su libro Outliers, Malcolm Gladwell habla sobre un número mágico para llegar a la excelencia: diez mil horas. Diez mil horas de práctica es el tiempo, según Gladwell, que necesita una persona para llegar a la maestría en determinada actividad. Grandes maestros de ajedrez, jugadores de la NBA, violinistas de la sinfónica de Berlín, neurocirujanos, todos ellos han invertido incluso más de diez mil horas para llegar donde están. La práctica es muy importante, estoy de acuerdo. Ahora, si es que practicamos algo de manera incorrecta o con una mala técnica, a pesar de haberlo hecho incontables horas, habremos desperdiciado el tiempo. Pienso que es importante poner énfasis en la búsqueda de una práctica perfecta y buscar mejorar continuamente a través del tiempo. Ahí vamos a ver resultados positivos. Ahí está la diferencia entre bueno y excelente. Un estudio del psicólogo K. Anders Ericsson, realizado en una de las mejores academias de música de Alemania, encontró similares resultados: en promedio, los mejores violinistas eran aquellos que mas horas invertían en la práctica. También encontró que algunos individuos utilizaban el tiempo de práctica de manera mas eficiente, por lo que ellos llegaban a niveles de excelencia de manera más rápida que otros, entonces el número de horas puede ser variable. Puntos fuera de la curva. La conclusión es que en actividades demandantes a nivel cognitivo, el tiempo invertido en la práctica es fundamental.
Uno de los desafíos más complejos de liderar un equipo es saber manejar diferentes tipos de personalidades y carácteres. Sobre todo en un arte marcial donde toda forma de competencia es individual. Entrenamos como equipo, pero cuando te subes al tatami o al ring estas solo. Es por esa razón que ahora nos enfocamos en un entrenamiento que favorece la cooperación entre el grupo, en lugar de una competencia interna que tarde o temprano termina implosionando al equipo. La idea es simple. Les pido a todos que cuando vayan a la academia, entren con el propósito de ser el mejor compañero posible con todos, de esa manera están ayudando a formar compañeros de entrenamiento excepcionales. Es un efecto bumerán que a largo plazo retorna con intereses, ya que habremos formado un equipo lleno de buenos compañeros de entrenamiento que se van a ayudar mutuamente a cumplir los objetivos individuales de cada uno.
Todo esto se ve muy lindo en papel. Pero queda claro que nada funciona si no invertimos las horas necesarias. Las diez mil horas. El cuarto pilar. La persistencia. Ni el talento, ni la fuerza, ni el ADN, ni la velocidad, reemplazan a la persistencia. He tenido la suerte de ver esta hipótesis comprobarse ante mis ojos cientos de veces. Jóvenes atléticos, talentosos que empiezan a entrenar y se prenden como un fósforo, solo para apagarse al poco tiempo, dejan de ir a la academia y poco a poco desaparecen. Por otro lado están los que no tienen habilidad natural, aquellos que tienen que poner el triple de esfuerzo para hacer lo mismo que los otros, pero ahí se quedan hasta el final. Así como ese riachuelo que va creando su camino a través de la piedra, durante años. Esos son los que prenden como una fogata que va creciendo lenta pero constantemente y se convierte en una brasa tan viva, tan fuerte, que resulta muy difícil apagarla. A pesar de las dificultades, las lesiones o las curvas extrañas que a veces nos pone la vida, siguen ardiendo hasta el final. Repito nuevamente. No me interesa quien es bueno, me interesa quien queda al final.
Es interesante resaltar un punto en este tema de las diez mil horas. Hay actividades que favorecen ciertos rasgos físicos que dan una ventaja competitiva a ciertos individuos sobre otros. Eso es absolutamente verdadero. Usain Bolt tiene el cuerpo ideal para el atletismo. Obviamente la dedicación y el trabajo duro que seguramente involucra su entrenamiento para ser el hombre mas rápido del mundo es intenso y muy profesional, no lo estoy negando. Sin embargo el chasis que tiene Usain Bolt, es ideal para poder llegar a esos niveles de excelencia en su campo. Yo he conocido gente que corre lento, y créanme cuando les digo que nunca van a ser rápidos. Simple verdad. Ahora, cuando hablamos de actividades demandantes a nivel cognitivo, como jugar ajedrez o una operación a corazón abierto, la cantidad de horas involucradas en el estudio y la práctica hacen una gran diferencia a la hora de determinar la excelencia.
Hace cincuenta años en la revista American Scientist, Herbert Simon y William Chase, concluyeron lo siguiente acerca de la excelencia dentro del ajedrez:
No hay expertos instantáneos en ajedrez, ciertamente no hay maestros instantáneos o grandes maestros. No parece haber ningún caso registrado (incluido Bobby Fischer) en el que una persona alcanzara el nivel de gran maestro con menos de una década de intensa preocupación por el juego. Calcularíamos, de manera muy aproximada, que un maestro ha pasado quizás de 10,000 a 50,000 horas mirando posiciones de ajedrez…Tengo la certeza que la persistencia supera el talento, cien de cada cien veces. Estas palabras me las dijo mi mestre Dan. Dan es el profesor líder de la academia Cohab en São Paulo, cuya sabiduría y palabras precisas en el momento preciso me han ayudado a superar obstáculos más de una vez. A pesar de la importancia de la persistencia, ahora me doy cuenta que debe ser acompañada de un profundo amor al proceso. Puedes haber ganado incontables trofeos y puedes ser el mejor hoy día en lo que sea que hagas, pero si en veinte o treinta o cuarenta años no sigues haciéndolo, cual fue el punto?
ED
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