Parte 2
Observo una mancha oscura en la pared de la ducha, pienso que es un residuo de jabón, así que le lanzo un chorro de agua para que se vaya por el desagüe. A los pocos segundos me percato que la mancha volvió - un poco más abajo ahora - entonces caigo en cuenta que la mancha tiene alas, es un pequeño mosco. No de aquellos grotescos bichos peludos y verdes, uno pequeño, con dos alas blancas, tratando de sobrevivir. Abro la puerta corrediza de vidrio y lo dejo volar. Me quedo pensando: toda criatura lucha por sobrevivir, un día más, un minuto más, un segundo más. Recuerdo que la vida en si misma es una lucha.
En mi búsqueda por encontrar un camino en común entre todas las cosas y muchos años antes de encontrar el jiu jitsu, siempre tuve un cariño especial por el tenis. De romper articulaciones y estrangular personas a golpear una pelota con una raqueta. El tenis, deporte que se origina a finales del siglo dieciocho en Europa y forma parte de los Juegos Olímpicos desde Atenas en 1896.
Hace algunas semanas fuimos testigos de una hazaña monumental de Rafael Nadal. A sus treinta y cinco años nos dio cátedra de cómo levantar vuelo después de estar en el suelo; pisoteado y sin esperanza, perdiendo dos sets abajo. Cualquier jugador de tenis sabe que una situación así no es cosa fácil de remontar, peor aún contra el segundo mejor jugador del mundo. Pero Rafa lo hizo y nos dejo boquiabiertos. A todos. Veintiún títulos de Grand Slam a nivel individual, una proeza superada únicamente por tres mujeres antes que él y lo que es más increíble aún, lo hizo en una época en la que los tres mejores jugadores de toda la historia coexisten: Djokovic, Federer y Nadal.
Durante los últimos dos años he dedicado mucho tiempo y muchas ganas a mejorar mi tenis - por lo menos hasta pegarle duro a la pelota sin tener que pedir a los vecinos que me la pasen cada cinco minutos. Por esas cosas de la vida, conocí a mi actual entrenador - el profesor Rigoberto. Un gran conocedor del tenis en todos sus aspectos: su técnica, táctica, filosofía y sobre todo, la biomecánica propia del deporte. Como profesor de artes marciales, me apasiona todo aquello relacionado con el movimiento del cuerpo humano, esa increíble máquina de carne y hueso que tenemos. Durante este tiempo he aprendido mucho - no solamente de tenis - si no acerca de cómo recibir clases y no solo darlas. A veces es bueno ponerse en los zapatos de los alumnos.
El tenis complementa mi práctica diaria del jiu jitsu. Un deporte diametralmente opuesto, sumamente aeróbico, en el que estas en movimiento constante; alternando entre piques cortos y largos para cubrir el área de la cancha durante largos períodos de tiempo. La exigencia mental en el tenis es una cuestión de locos. En la mayoría de deportes hay un tiempo reglamentario, una vez que el tiempo se termina es fácil determinar al equipo o atleta ganador. Por ejemplo, luego de 90 minutos en el futbol, si un equipo hizo más goles que el contrario, ganó. Así de simple. En el tenis, nada esta dicho hasta el ultimo punto. Es por eso que John Isner y Nicolas Mahut jugaron once horas y seis minutos en Wimbledon en el año 2010. Una cosa de locos.
- Primero, concéntrese en el control y luego en la fuerza del golpe.-
Escucho las palabras del profe Rigoberto, siempre en aquel tono suave y asertivo, mientras me tomo un breve descanso para hidratarme.
El profesor continúa:
- El poder del golpe viene desde el piso, desde las piernas, no de los brazos. Afírmese bien, ponga todo el peso en las piernas y así podrá transferir mucha más fuerza y velocidad a la pelota.-
Como siempre, uno o dos detalles ayudan a mejorar mi golpe de derecha. Termino el entrenamiento sonreído y agradecido por un día más de aprendizaje. Los años me han enseñado que la mejor manera de adquirir y retener el conocimiento es ejecutar sobre la marcha. Nos despedimos con una sonrisa y un abrazo fraterno -¡Hasta el próximo viernes, Profe! -
“Antes siempre había pensado que se trataba tan solo de táctica y técnica, pero todos los partidos se han vuelto físicos y mentales. Trato de empujarme a moverme bien. Trato de empujarme a no enojarme y mantener una actitud positiva, y eso es mi mayor mejora en todos estos años. Bajo presión puedo ver las cosas muy claras” Roger Federer
El tenis me ha enseñado a ser cinta blanca de nuevo. Tengo la certeza que aprender a cultivar esa mentalidad es una poderosa manera de mantener el ego a raya. Muchas veces creemos saberlo todo y entonces, nos sumergimos en un terreno peligroso que nos lleva hacia la arrogancia y la soberbia. Cuándo pierdes el miedo a decir - no sé - abres un mundo lleno de oportunidades para que la vida te siga enseñando.
ED
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