El extraordinario abanico policromado que constituye la cola de los machos, lo ha convertido en uno de los animales más admirados por el ser humano desde la antigüedad. El pavo cristatus o pavo real de pecho azul, es originario de la India y fue llevado a occidente por Alejandro Magno, a través de Babilonia, Persia y el Asia Menor. Incluso la tradición cristiana ha relacionado al pavo real con la resurrección de Cristo, ya que durante la época de Pascua, éste cambia completamente su plumaje. Sin embargo, su cola desplegada - la característica más llamativa de este animal - no suele formar parte de estas representaciones, pues este espectáculo se asocia con la vanidad, un vicio contrario al mensaje cristiano.
Veo pavos reales todos los días en esta vida. Pero no de aquellos animales majestuosos que hemos discutido en el párrafo anterior, a estos los veo caminando, erguidos sobre sus dos patas, intentando llamar la atención de reyes y reinas. Están en búsqueda de alguna migaja, tratando de conquistarlos y asombrarlos con sus plumajes coloridos. Estamos rodeados por ellos. Se esconden detrás de títulos de magister y doctorados en las esferas académicas y laborales o detrás de cinturones en las artes marciales. Pero abundan mucho más allá de estos dos mundos, repito, estamos rodeados por ellos. Alardean su impresionante plumaje lleno de colores y formas majestuosas, aún cuando no son capaces de ceder el paso a una anciana que busca cruzar la avenida. Al final, detrás de ese impresionante abanico de colores, nos encontramos con pavos comunes y corrientes.
Los lobos, en cambio, aquellos animales satanizados demasiadas veces por viejos cuentos de hadas, esos si que son animales dignos de imitar. Su nobleza y coraje se reflejan en la manera en la que viven y mueren por su manada. Su estructura social y los lazos afectivos que cultivan pueden llegar a ser sorprendentemente humanos - aunque a estas alturas de la vida, no estoy seguro si esta cualidad es un halago o un insulto. El coraje que tienen estos animales al cazar es admirable. Luchar cara a cara contra adversarios que te duplican o triplican en tamaño y peso, no es tarea fácil. Los lobos han evolucionado para ser cazadores eficientes y muy inteligentes, utilizando estrategias de caza y un sistema de comunicación que deja maravillados, hasta el día de hoy, a biólogos y científicos alrededor del mundo.
"La fuerza de la manada es el lobo y la fuerza del lobo es la manada" - Rudyard Kipling
La lealtad y el respeto a los mayores. Dos virtudes muchas veces menospreciadas hoy en día. En un mundo de commodities, regalías y beneficios netos, es muy fácil irse por el camino del mejor postor. Por ejemplo, admiro a esos astronautas que se suben inocentemente a una inmensa nave de metal, recostados sobre cientos de galones de combustible altamente inflamable, sin siquiera pensar que el contratista encargado de su ejecución fue aquel que entregó la menor oferta, piensen en ello. En una manada de lobos, la lealtad es un valor fundamental para su supervivencia. Es por ello que el gran Rudyard Kipling escribió las siguientes palabras: la fuerza de la manada es el lobo y la fuerza del lobo es la manada. Igualmente, el estricto respeto a la jerarquía dentro de las manadas es vital para el funcionamiento de la misma. Los cachorros aprenden de sus mayores y les muestran un profundo respeto. Aunque de vez en cuando se pasan de la raya en algún juego brusco y reciben un gruñido o dos en reprimenda. Nuestro deber como seres humanos debería ser, sobre todas nuestras aspiraciones personales, educar a las futuras generaciones. Desarrollar una educación centrada en los buenos modales y valores propios de una sociedad civilizada.
Muchas veces he criticado a la tecnología y la he satanizado - sí, como lo hicieron con los lobos, ¿se acuerdan? -. Sin embargo, sé que es imposible nadar a contracorriente, a menos que seamos salmones. Entonces, es nuestro deber mantener algo de humanidad impregnada en aquellos niños, niñas y jóvenes que deambulan perdidos en un mundo lleno de pavos reales cibernéticos, que cuentan verdades que no son e imaginan realidades inexistentes. El tenebroso metaverso está más acá que allá y queda en nosotros luchar por mantener lo poco de humanidad que nos queda. Es nuestro deber, como seres humanos adultos e inteligentes - de verdad que lo creo, a pesar de tantos hechos que invitan a pensar lo contrario - el participar activamente y moldear una educación que permita desarrollar más lobos y menos pavos reales.
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