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Grietas de Luz

Mi mano recorrió mi rodilla izquierda, tocando una de las dos cicatrices producto de una artroscopia que removió el setenta por ciento del menisco. La piel queda sensible luego de una cirugía, pienso que toda persona que ha pasado por una operación puede dar fe de eso. Se siente extraño, es como pasar de un camino asfaltado a un camino empedrado. Esas cicatrices son señales de que hemos vivido, de que hemos caído y nos hemos vuelto a poner de pie. Son nuestra historia, y debemos estar orgullosos de ella.


Mientras hacía ese ejercicio de recorrer mis brazos y piernas sintiendo las cicatrices que han quedado tatuadas en mi durante estos treinta y seis años, recordé una historia. La historia de un hombre que tenía la mayor parte de su cara quemada, llena de cicatrices. Cuando caminaba por la calle la gente lo quedaba mirando, los niños lo señalaban y la mayoría se cruzaba la calle al verlo venir. Aquel hombre, años atrás, había salvado a sus tres hermanos pequeños de un incendio. Había entrado a su casa que estaba siendo devorada por el fuego mientras su madre lanzaba gritos desesperados. El, siendo el hijo mayor, se había armado de valentía y entró a rescatar a sus hermanos de las garras del mismo infierno. Pudo salvarlos pero lamentablemente el fuego le destrozó la cara, le dejó esas cicatrices que quedaron impregnadas en su cara y en su alma para siempre. La gente veía las cicatrices, pero jamás preguntaban la historia detrás de ellas.


Una de las virtudes que he aprendido a cultivar es no juzgar a las personas. Todos hemos cometido errores y hemos tenido fracasos. Todos tenemos cicatrices visibles y también aquellas de las que no hablamos con nadie. Algunas veces, un lobo cuando esta herido, se aleja de la manada para lamerse las heridas y regresar mas fuerte. No porque la manada no lo quiere cuidar - porque en realidad los lobos se cuidan entre ellos de una manera que debería ser imitada por nosotros humanos - sino el lobo sabe que debe volver fuerte a su manada. Es por eso que las aerolíneas te sugieren que en caso de emergencia, al caer las máscaras de oxígeno, debes ponerte la máscara antes de asistir a otros. Pues solamente cuando estamos fuertes, podremos servir al prójimo.



Siento no poder asegurar - como hacen la mayoría de gurús de motivación - que todo va a estar bien y llenarlos de optimismo. Eso es como pintar una pared de madera que está podrida por dentro. Hay que primero reconocer que el camino de la vida esta lleno de espinas y quebradas que nos dejan cicatrices. Lo que si puedo decirles es que cada golpe y cada herida, sanarán, con tiempo, con paciencia. Al igual que tú y yo, todas las personas que aparecen en nuestras vidas llegan con cicatrices propias. Tenemos que cultivar la empatía y debemos aprender a respetar las cicatrices de otros, porque no sabemos las historias detrás de ellas.


-Haz cambiado!- nos dice la gente a menudo. Pues espero que así sea. Ya que la evolución es justamente eso, cambio. Todo proceso, para bien o para mal, esta basado en el cambio. Yo no soy el mismo de hace un año, cinco años, diez años. Espero que ustedes tampoco. La piel que cicatriza nunca vuelve a ser la misma. Es mejor vivir con valentía que vivir con cobardía y normalmente las cicatrices llegan como consecuencia de ese valor. Valor para dejar ese trabajo agobiante que te consume la vida, y emprender en ese negocio de comida que siempre soñaste. Valor para decir la verdad aunque duela. Valor para darte cuenta que tu vida se ha descarriado y debes corregir el rumbo. Toda acción deja una marca, una cicatriz, que nos recuerda que hemos vivido.



ED

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* Las opiniones expresadas en este Blog son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan la opinión de COHAB Ecuador.

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