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Las Cosas Que Nos Poseen

Updated: Jan 10, 2023

“Las cosas que posees, te terminan poseyendo a ti.” Tyler Durden

Cuando Friedrich Nietzsche sucumbió ante la locura, su hermana Elisabeth Förster-Nietzsche, tomó las riendas de su patrimonio literario. En 1910, con la ayuda de un amigo de su hermano, Heinrich Köselitz, publicó un libro con retazos literarios, ensayos, y manuscritos de Nietzsche, titulado La voluntad de poder. Este concepto — que algunos académicos dicen que fue malinterpretado por algunos grupos a principios del siglo XX — en realidad tiene que ver con la visión del autor acerca de la manera correcta en la que una persona debe llevar su vida. Tratando siempre de superarse a si misma, de ser mejor en todos los aspectos, de hacer lo que debe sin importar lo que el resto diga. Vivir una vida que — si tuviera que vivirla nuevamente una infinidad de veces — estaría orgullosa de ella.


Entendido por ese lado, el concepto de La voluntad de poder, viene a ser uno sumamente útil si me lo preguntan a mi. Después de todo, ¿no es eso lo que buscamos? Tratar de ser un poco mejores que ayer. Ni siquiera mejores que otras personas, solamente mejores que nosotros mismos. Luego de largos años estudiando el jiu jitsu — como practicante y profesor — puedo decir que este es el fin último de estudiar cualquier actividad, buscar superarse uno mismo, día tras día, hasta el ultimo suspiro.


Lo más importante dentro de nuestra academia es la cultura que hemos creado. Una cultura basada en el respeto, la disciplina y la excelencia. El respeto tiene que ver con la manera en que tratamos a nuestros compañeros, profesores y en realidad, a todas las personas con las que interactuamos día tras día. La disciplina y la excelencia son valores individuales que cada uno tiene que aprender a desarrollar con el tiempo. La idea es formar hábitos basados en estos tres aspectos, de tal forma que cuando ellos — los hábitos — estén formados, podamos ver cambios profundos en el carácter de las personas. Algunas veces, incluso, se vuelven irreconocibles — para bien, por supuesto.


Alex Kerr - Fight Club

Han habido ocasiones en las que un alumno ha tenido un malentendido con algún compañero de entrenamiento. Por lo general, empieza cuando uno de ellos usa demasiada fuerza o mucho ímpetu en la ejecución de alguna técnica durante el combate. El resentimiento no dura más que un par de minutos — aunque en algunas ocasiones pueden ser días — hasta que el afectante pide las debidas disculpas y el afectado las acepta. Sin embargo, en estos casos, suelo tocar el tema inmediatamente para que esto no vuelva a suceder — dentro de lo posible. Les digo que esas situaciones son intolerables, sobre todo si eso significa que yo deba intervenir para que se den cuenta de aquello.


Les pregunto ¿Qué pasaría si ahora, saliendo de la academia, me cae un meteorito y quedo muerto, aplastado en plena avenida? ¿Acaso la próxima discusión terminaría en una batalla campal? o tendrán la suficiente inteligencia y sentido común para pasar la página y mantener el ambiente intacto, entendiendo que estamos estudiando un arte de combate y que ocasionalmente habrá algún golpe brusco sin intención. Y por el otro lado, cuando el afectante reitera en no controlar su ímpetu y su fuerza, recordarle que aquí viene a practicar jiu jitsu y no a un concurso de fuerza bruta. Entonces, se dan cuenta del razonamiento y entienden el punto — algunos refunfuñando entre dientes — pero a sabiendas de que es la única manera de mantener un ambiente adecuado para practicar nuestro arte.


La voluntad de poder, entonces, nos permite diseñar nuestra vida sin dejar que nuestras posesiones nos posean. La mayoría cree que esto aplica a cosas materiales, y a pesar de que existen muchos casos de estos —  en los que las posesiones materiales terminan poseyendo a las personas — también aplica a intangibles. El carácter, por ejemplo. Personas que poseen un mal carácter, pueden llegar a ser presas de este, de tal forma que sus acciones los pueden llevar por caminos errados. Una vida de violencia, incapacidad para controlar sus emociones y una constante espiral negativa que los lleva incluso a perder amigos y familia por reacciones inadecuadas.


Practiquemos la voluntad de poder, entonces, para ser dueños de nuestra vida y hacernos responsables por nuestros actos. Aprendamos a poseernos a nosotros mismos, puesto que será el regalo más preciado que tengamos durante esta corta estadía aquí en la Tierra.


ED

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