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Las Tres Virtudes

El diccionario de Oxford define a la virtud como la capacidad que tiene una cosa de producir un efecto positivo. Una tarde, mientras navegaba las interminables historias de Instagram me encontré con un video en el que un maestro espiritual, vestido con una túnica sobre la cual reposaba su larga barba blanca, aconsejaba que sonrían apenas se despierten en la mañana. Solo eso, nada más, una sonrisa apenas abres los ojos. Empecé a hacerlo desde ese día y hasta el momento funciona de maravilla.


Por aquellos días, meditando sobre la capacidad de superar obstáculos que tenemos los seres humanos, llegué a definir tres virtudes. Seguro no son las más importantes ni las únicas, pero son virtudes que he aprendido a respetar y cultivar dentro de mi propio camino. Aquí van:

Disciplina

La capacidad de hacer lo que debes hacer, aún cuando no quieres hacerlo.


La madre de todas las virtudes la llamo yo. Sin disciplina, difícilmente lograrás algo y si la conviertes en un hábito, puede cambiar tu vida. En mi caso, por ejemplo, desde que empecé a estudiar el jiu jitsu, decidí convertirlo en una disciplina. Al igual que la ducha de agua fría, todos los días, para templar la mente. Dos pequeños hábitos que me han ayudado a formar la persona que soy.

"Una vez que tomaba una decisión, nunca más volvía a pensar en ella." Michael Jordan

En relación a la cita anterior, pienso que la disciplina de nuestras palabras también es un hábito muy importante que debemos aprender a cultivar. Seamos impecables con nuestras palabras. Debemos aprender a controlar lo que decimos, y tener la disciplina suficiente para cumplir con las palabras que dejamos salir.


Lealtad

La lealtad es blanca o negra, no existe el gris. O eres completamente leal, o no lo eres.


Esta virtud la he aprendido de mi perro. No importa si he estado enfermo o sano, triste o feliz y tampoco si he perdido la paciencia cuando ha hecho alguna travesura en el departamento; en todas estas situaciones ha permanecido estoicamente a mi lado, recostado a mis pies. Mientras trabajo, mientras entreno jiu jitsu, mientras veo televisión, mientras leo, mientras escribo y también mientras he derramado lagrimas, ahí ha estado.


Creo que después de este ejemplo, no hace falta escribir mas. Estar ahí a pesar de todo, esa es la virtud.


Adaptabilidad

No es la especie más fuerte la que sobrevive, sino la que mejor se adapta al cambio.


En el jiu jitsu - y en la vida - aquellos que se adaptan más rápido al cambio tendrán una ventaja sobre el resto. En el primero, más allá de la cantidad de técnicas que sepas, influye más la fluidez con la que te adaptas a los movimientos de tu adversario. En la segunda, igual. La pandemia nos dio a todos una lección de adaptación nunca antes vista. Este tiempo fue crucial para comprobar el carácter de las personas; aquellos que se adaptaron a las circunstancias inesperadas sintieron menos el impacto que aquellos que no lo hicieron, en sus finanzas, en sus relaciones y en su salud mental.

 

Abre los ojos: las otras dos virtudes.


La vida te da regalos inesperados, pero debes estar atento, porque algunas veces estos regalos pasan frente a tus ojos, pero no los ves por tenerlos cerrados. Un hábito que he adoptado para estar más abierto con la vida es el agradecimiento. En lugar de quejarme - odioso habito que es demasiado común hoy en día - he aprendido a agradecer mis bendiciones. Es más, si están leyendo esto, sentados en su hogar, tienen salud, agua limpia que sale de la llave y han comido un plato de comida, deberían dar gracias.


Uno de estos regalos vino de parte de mi mamá, en forma de un pequeño libro titulado Cartas a los hijos de Jaime Barrera, escritor y articulista ecuatoriano. En sus últimas páginas me encontré con el siguiente párrafo: "Y a pesar de esto, creo sinceramente que todo lo que se ha dicho puede resumirse en dos palabras: elegancia y honestidad. Mientras la vida pasa, por dentro y sobre nosotros, tened siempre elegancia en la forma y en la esencia de vuestro ser; y tened también honestidad en vuestro espíritu y en vuestras acciones. Eso es todo."


Y así pues, antes de concluir estas líneas pienso que es necesario añadir estas dos virtudes más al título. Nunca conocí al señor Jaime Barrera, pero gracias a su pequeño libro, siento que si lo hice. He ahí la magia de los libros, nuestros pensamientos quedan ahí tatuados para la eternidad, para aquellos ojos curiosos que buscan palabras amigas en un mundo cada vez más complejo; así que gracias Jaime, donde quiera que esté.


ED


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