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M E T A

-Desde el momento en que caí en la madriguera del conejo, me han dicho a donde ir y quién debo ser. He sido encogida, arañada y encerrada en una tetera. Me han acusado de ser Alicia y de no serlo, pero este es mi sueño. Y yo decido que pasa después. -Alicia en el País de las Maravillas

Un gran historiador dijo alguna vez que en un futuro no muy lejano, nuestros celulares nos van a conocer más que nosotros mismos, a través de algoritmos y cálculos matemáticos que podrán reconocer nuestras reacciones cuando vemos alguna imagen o video en la pantalla. No puedo imaginar lo difícil que debe ser para una persona adulta, nacida a mediados del siglo XX, entender el Metaverso y todo lo que viene con él. Mientras más nos conectamos con la interfaz digital, más nos alejamos de nuestra propia especie. De aquí en cien años los individuos que habiten este planeta - si es que no lo destruimos antes - nos recordarán como nosotros recordamos al Homo Erectus: una especie muy parecida pero inferior a nosotros.



Experiencias virtuales - por coincidencia o por la razón que sea, estas palabras han inundado mi cabeza estas últimas semanas. Me enteré que en un futuro no muy lejano podrán ir a la cumbre del Cotopaxi - el volcán activo más alto del mundo - y compartir con otras personas esa experiencia virtual. Estarán ahí arriba con sus amigos, observando ese paisaje majestuoso, sentirán el frío de la montaña y verán como llegan otras cordadas de montañistas a la cumbre. Se ahorran la caminata de varias horas, el dinero del viaje y pueden hacerlo desde la comodidad de su sillón favorito.


Yo nací en 1985 para que tengan una idea. Cuando tenía uso de razón ya existía la televisión por cable y los videojuegos, recuerdo un mueble de madera lleno de videos y películas en VHS en la sala de estar de nuestro departamento. En los primeros años del sigo XXI mientras cursaba los primeros años de secundaria, varios de mis compañeros ya tenían conexión a internet a través de línea telefónica en sus casas. Ya era posible comunicarse con amigos y amigas a través de aplicaciones de mensajería en la computadora - pues todavía muy poca gente tenía celular. Dejó de ser indispensable llamar a la casa si querían comunicarse con alguien - Buenos días Sra. Fulano de Tal ¿Me puede pasar con Juanito por favor?- Simplemente te conectabas al internet y mandabas un mensaje, ahora me doy cuenta que así empezó, paulatinamente, el aislamiento.


No quiero sonar como ese clásico aguafiestas que niega la tecnología. Después de todo, estas líneas las escribo desde una laptop, conectado a internet, mientras escucho romper las olas de la costa de Ayampe. Sin embargo, me preocupa lo que va a pasar con las conexiones humanas. Liderar una academia de Jiu Jitsu me ha permitido compartir con personas de todas las edades, culturas, razas y un sinfín de maneras diferentes de ver la vida. Me di cuenta que dos personas pueden nacer en una misma ciudad, hablar el mismo idioma y hasta tener familia en común, pero la crianza puede ser diametralmente opuesta. Al madurar, esas dos personas son como agua y aceite. Esto me ha enseñado a tener la mente abierta, pero sobre todo, he aprendido a conocer y a entender a las personas.


Por eso amo el Jiu Jitsu. Quizás estén pensando - ¡Que loco este tipo! ¿Cómo puede amar una forma de pelear?- Pero no, no es una forma de pelear. Ni un sistema de defensa personal. Tampoco una poderosa herramienta capaz de transformar diametralmente la vida de una persona. No. No es ni una de esas cosas y al mismo tiempo es todo. Es la manera en que te relacionas con las personas y la forma en la que tratas a aquellos menos afortunados. Es el hecho de levantarte a saludar a una persona mayor y mirar a los ojos al pedir una disculpa sincera. Es saludar al conserje de la misma manera que saludas al gerente general. Es tener esa confianza para poner un alto a una persona abusiva y alzar la voz cuando ves una injusticia. Es la manera en la que te preparas el café y la paciencia en medio del trafico en horas pico. Se convierte en la manera que haces y percibes todo lo que pasa a tu alrededor.


El metaverso es un concepto complicado que quizás muchas personas aún no entienden - me incluyo dentro de este grupo. Pero sé que el Jiu Jitsu nunca terminará en esos lugares fríos y lejanos llenos de algoritmos, bits, tarjetas de video y gigabytes. Somos animales sociales y necesitamos contacto, necesitamos presión y necesitamos estar incomodos para crecer. Los años me han enseñado que solo conoces realmente a alguien hasta que peleas con esa persona. ¿Y acaso no es eso lo que queremos? Conocernos a nosotros mismos y en el proceso conocer a las personas que nos rodean, a las personas que amamos. Una virtud del Jiu Jitsu es que funciona como un filtro de personas a largo plazo, ya que pone a prueba tu carácter como ninguna otra actividad. Puedes haber entrenado diez años y luego te retiras. Entonces, ¿Para que te sirvió todo eso? Seguro estarán pensando en alguna excusa ¿no?


Pues, las he oído todas y no me interesan. Lo único que importa al final del día es: Quien queda, después de todo.


ED

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